Así es como reza el conocido dicho popular “en la Guerra y en el Amor, todo se vale” aunque algunos agregan que también en la política todo se vale.
Apenas se asoma el inicio del proceso electoral y ya podemos ver -principalmente en Facebook-la multiplicación de perfiles que se encuentran generando un sin número de publicaciones en las que se ataca y se denuesta a los actores políticos y con ello se pretende desinformar al de por si desconcertado elector.
Y es que las publicaciones no solo quedan en la figura de quien pretende un cargo público, sino que estas van más allá, los familiares -incluyendo a hijos y esposas- suelen ser objeto de personas ocultas en un perfil falso.
La llamada guerra sucia no es nueva, en los pueblos de nuestro noreste, era común hace algunas décadas, que “aparecieran” panfletos en los que se daban datos, muchas veces exagerados, de los actores políticos del momento.
Como en todo, la tecnología nos ha alcanzado. Ahora es utilizado, por los partidos políticos y sus equipos, un medio de comunicación que, para la mayoría de la gente, es la única fuente confiable de información, pues los medios tradicionales, como la radio, periódicos y la televisión, han dejado de ser fidedignos en lo que transmiten y difunden.
Llama la atención la magnitud e impacto que generan las publicaciones con contenido malicioso, pues rápidamente los usuarios reales, de las redes sociales, se apropian de la polémica y ésta se esparce entre ellos, replicando la información que su mayoría de veces es totalmente falsa.
En cada municipio del noreste, se repite el escenario. Perfiles de Facebook van y vienen, y la línea es la misma: promover campañas de desprestigio, desacreditación y de odio en contra de sus adversarios, haciendo de todo para lograr sus propósitos particulares.
¿Acaso la ley no regula esta desenfrenada situación? En nuestra Constitución, específicamente en el artículo 41, apartado C de la base tercera, refiere: “En la propaganda política o electoral que difundan los partidos y candidatos deberán abstenerse de expresiones que calumnien a las personas” aunado a ello, en México contamos con un organismo público autónomo, el Instituto Nacional Electoral, que es quien se encuentra facultado para regular que los procesos electorales se realicen apegados a los principios de certeza, legalidad, imparcialidad, independencia, máxima publicidad y objetividad.
Sin embargo, hace un par de días, precisamente el INE rechazó que se creara un protocolo para exponer la llamada guerra sucia en redes sociales durante el proceso electoral, aunque por su parte algunas empresas como META, matriz de Facebook, anunciaron que implementarían estrategias para regular la publicidad y la información que circule con referencia a las elecciones.
Mientras esto sucede, vemos en municipios que la principal arma de los partidos políticos es el desprestigio a través de las redes sociales, quizá su imaginación no alcanza para más y, por tanto, no tienen propuestas de trabajo.
Veo en municipios como San Luis de la Paz, Doctor Mora, San José Iturbide y Victoria -principalmente- que los ataques comenzaron subidos de tono, al grado de acusar y afirmar, en algunos casos a quienes participan activamente en la política, de la comisión de delitos. En el derecho existe una máxima que reza: “el que afirma esta obligado a probar” aunque si no dan la cara, mucho menos habrán de probar sus dichos.
La violencia política es otro tema que se desprende de este tipo de publicaciones y más aquella que resulta por razón de género. Esta última si constituye un delito y por ende su persecución, investigación -a través de la policía cibernética- y castigo.
En la guerra se conoce a quien comanda, desgraciadamente en la política no sabemos quien se escuda en una computadora o un teléfono celular. Por el momento, quizá, no todo lo relacionado a los procesos electorales, en lo que se refiere a redes sociales, estén legalmente regulados, pero lo que sí es un hecho es que moralmente habla de la derrota anticipada de muchos actores y, me atrevo a decir, que al menos en la región noreste son los grupos que surgieron de un chispazo de suerte y que se les está yendo de las manos.
Y como lo dijo Winston Churchill: “la política es tan excitante como la guerra y casi igual de peligrosa. La diferencia es que en la guerra solo te pueden matar una vez, pero en política muchas veces”